CRECE LA EXPECTATIVA POR LA POSIBLE VISITA DE PELOSI A TAIWÁN; CHINA ELEVA SUS ADVERTENCIAS

La presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, partió de Malasia, en medio de su gira por el continente asiático. La atención se centra este 2 de agosto en su posible parada a Taiwán, lo que ha generado fuertes tensiones con China. Ese país envió un destructor frente a las costas taiwanesas, al considerar que una eventual visita oficial de Pelosi sería un reconocimiento de Washington a la autonomía de isla, que Beijing considera parte de su territorio.

Estados Unidos no descarta una posible visita a Taiwán de la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, y China amenaza con represalias.

Aunque el itinerario oficial solo enumera paradas de la legisladora de alto rango en Singapur, Malasia, Corea del Sur y Japón, la especulación de una visita no anunciada a Taipéi marca su gira por Asia.

Beijing advierte “repercusiones graves”. En la madrugada de este martes 2 de agosto, China envió un buque destructor de su Ejército a unos 80 kilómetros de las costas de la isla Lanyu, al sureste de Taiwán, según reportó la agencia estatal de noticias ‘CNA’.

Además, otros navíos destructores, buques de inteligencia y fragatas de misiles del Ejército chino han sido desplegados en los últimos días, en aguas cercanas a Lanyu.

Desde la semana pasada, las fuerzas armadas de Beijing han realizado varios ejercicios, incluidos simulacros con fuego real, en el Mar Meridional de China, el Mar Amarillo y el Mar de Bohai. Un intento por demostrar su poderío militar en medio del empeoramiento de los lazos entre Washington y Beijing.

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Además, la Administración de Xi Jinping declaró que tomará “medidas contundentes” si se produce la visita de Pelosi. Sin embargo, el lunes 1 de agosto la Casa Blanca respondió que la líder demócrata “tiene derecho” a viajar a Taiwán si así lo decide.

Beijing considera a Taiwán, una isla autónoma, como una provincia renegada que algún día se “reunificará” con el resto de su territorio. Cualquier acción que se considere que legitima al Gobierno de Taipéi, como lo sería la visita de un político extranjero de alto nivel, es vista por Beijing como una violación de su “soberanía”, que justificaría una “dura respuesta”.

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